Hace algún tiempo estuve pensando acerca de un tema que a muchos nos cuesta, en mayor o menor medida. Se trata de dejar las cosas para el último momento. En muchas ocasiones preferimos dejar para después los asuntos que no queremos realizar, aplazándolos el mayor tiempo posible. El punto es: ¿a alguien le afecta esto? Seguramente al vecino no, ni a la persona que está a la par tuya, ni a tus papás, hermanos u otra gente. La única persona afectada es la que deja las cosas para el último momento.
De cualquier manera hay que cumplir con nuestras obligaciones, nos guste o no. Lo hagamos ahora o lo hagamos mañana, el momento sucederá. Sea agradable o no, hay que hacerlo.
Ahora bien, seremos nosotros los encargados de decidir si hacerlo cuando tenemos toda la presión encima, y amargarnos todo el tiempo que haya transcurrido previamente debido a la carga pendiente; o bien, podremos optar por el camino fácil y hacer las cosas cuanto antes para tener el tiempo libre y tranquilo después, con la seguridad de que lograremos terminar en tiempo.
Seguramente no es algo sencillo. Claro que para algunos no es mayor problema y para otros será una tarea titánica. Sea cual fuere el caso, saldremos beneficiados si aplicamos el simple principio de mejor antes que después. Últimamente lo he usado bastante, y me siento más tranquilo y mi vida es un poco más ordenada. Es bueno utilizarlo aún en las cosas más pequeñas. Por ejemplo, al regresar a nuestra casa podemos decidir colocar la billetera, bolsa, libros o lo que sea en su lugar de una sola vez, o bien dejarlos por ahí y ordenarlos "después". Al día siguiente nos daremos cuenta de lo reconfornate que será encontrar las cosas en su lugar y solo tomarlas, o buscarlas por todos lados como locos porque no las encontramos cuando cada vez se hace más tarde.
Otro ejemplo es con los trabajos de clase. Está en nosotros decidir si los haremos el domingo en la noche (el momento en que menos queremos hacer tareas), o bien podremos descansar los últimos momentos del fin de semana. También al terminar el trabajo, podemos optar por imprimirlo inmediatamente, o dejarlo para mañana en la mañana cuando puede surgir algún imprevisto con la impresora o cualquier otra cosa que haga de nuestro inicio de día el más tedioso y estresante que podamos imaginar (lo digo por experiencia propia).
Hace unos momentos recordé que había dejado dinero en un pantalón, y preferí ir a guardarlo inmediatamente que correrme el riesgo de que se me olvide y después no tener idea de donde está. Son cosas bastante simples, pero que a la larga nos darán tranquilidad en la vida diaria. Saber que ya cumpliste con lo que tenías que hacer, que ya arreglaste ese asunto pendiente, que podés estar tranquilo(a) porque las cosas están en orden, no tiene precio.
Como bien dice la Biblia: Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, y las mismas son más sabias que los sabios: Las hormigas, pueblo no fuerte, y en el verano preparan su comida (Proverbios 30:24-25). Esto nos ilustra con un ejemplo tan simple como el de las hormigas, que es mejor preparar las cosas cuando podemos, en el tiempo oportuno, porque habrá un momento en que no será posible o será más complicado. Como las hormigas, prepara las cosas en el verano, y podrás tener un invierno tranquilo.
Que Dios te bendiga!
martes, 13 de septiembre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)